"Romería feliz" (1941), presentada al concurso de Teatro Regional Asturiano, fallado por la Diputación en 1944, despliega el tópico del matrimonio por conveniencia de una hija, huérfana de madre y víctima de un padre alcohólico, que está enamorada de Pachuco, el protagonista, que defiende, con su coraje, una Arcadia feliz, poblada por una partida de lisiados y pedigüeños, y que ha perdido su virginidad para siempre, después de que el padre de Pepín del Valle, el indiano, haya dejado un mal recuerdo en aquel lugar. Emparentado de manera ilegítima con Pachuco, este reconocimiento postrero reprimirá, y detendrá, el curso de una historia rural, dolida de muerte, que parece querer perpetuarse con este matrimonio pactado entre Pepín, el heredero de aquel indiano, que ahora regresa para perpetuar un universo de bajos instintos, quemado por la codicia, la inmundicia, la muerte fratricida, la infidelidad, la humillación, la desconfianza y la doble moral... que vive de limosnas y se ha convertido en un universo bestial que se humaniza sólo al final. Por ello, no es azaroso que la catarsis, mediante la hermandad de la sangre, se produzca en el ambiente, festivo y religioso, de la romería nocturna del Santísimo Cristo del Valle de Pravia, siendo éste el mayor de sus aciertos. La catarsis, que alcanza a este mundo brutal, justifica que al autor le pareciera drama lo que generalmente tenemos por obra costumbrista, con su final en doble boda, como marcan los cánones. A pesar de su escaso valor literario y no resistir el paso del tiempo, la obra presenta personajes extremados y puede albergar algún interés lingüístico.